De Diario soterrado (1)
Estamos confinados en un sinnúmero de regímenes (Butler 54). En una imagen: la parábola de la caja. Sin embargo: en la parábola hay un ojo que sonríe con la ceguera de los personajes vistos. La perspectiva produce el efecto de verdad: si te veo (i. e. comprendo), te tengo. Si te tengo, algo puedo hacer contigo. La utilidad produce el efecto de verdad (Rorty 18). ¿Cuál es la diferencia entre ambos efectos?, ¿cuál es la constante “verdad” en ambos enunciados? Pregunto por constantes mecanizando el proceso (mejor: algebraizándolo) con la esperanza de que un asterisco sea el punto final de la cadena de este discurso (Bunge 16). Pero esa es solo una esperanza (¡!).
Término clave, entonces: esperanza cognitiva. Se enfrenta al realismo cognitivo al ir más allá de él. ¿Se puede tener esperanza siendo realista? El realista cognitivo se adecua (Riso 67), gana la salud, pierde la esperanza (es decir, aquella relativa a lo que está fuera de la caja: ¿angustiante?). Definiendo: esperanza cognitiva como promesa de verdad futura, faro de un mundo donde entremos nosotros y nuestras cosas (estatuto de esto último: ¿?). Faro: metáfora (de la luz). Llega, entonces, el filósofo o lingüista cognitivo a decirnos algo sobre nuestras metáforas, el sentido.
Detengámonos en el sentido. Hagamos de ella una caja: la caja (¿parados sobre la caja, fuera de la caja, lectores de la viñeta de la parábola caricaturizada, es tanto el poder de una caricatura? Nota: la caricaturización como estrategia retórica es universal: adueñarse, te veo, te comprendo, te tengo, te uso). Nos movemos en un mundo de sentido, pero carecemos del sentido del mundo. Esferas, regímenes, conjuntos, estratos: intersecciones, nos gustan las intersecciones porque nos recuerdan un milagro de confluencias, el primer chispazo que fuimos. Pero también pueden ser astillas, es decir, fragmentos (mover el nivel de abstracción, hacer filosofía) posteriores a una debacle. Finalmente, metáforas, ir más allá hasta que se oscurezca el cielo y uno tenga que mudarse a donde no llueva, claro, sobre otra metáfora (mover el nivel de abstracción, hacer literatura).
Apuesta: en algún momento el lenguaje no puede dejar de ser lenguaje. El sentido, sentido… ¿Sí? ¿En algún momento podremos dejar de sernos inconmensurables? (Butler 60). Curioso, pero la ética termina siendo la dirimente. Verás: dos dogmas: lo que importa es la perspectiva, no el resultado (Rorty 15) frente a lo que importa es el resultado más que la motivación (Bunge 10). Revistiendo: ¿cuál es la pregunta más importante (el adjetivo este no es gratis, eh)? ¿en qué te convierten los dogmas? o ¿qué se presupone que eres según tu dogma? En la ética ninguna de las dos preguntas son preponderantes: ambas describen parte del proyecto humano: ambos dan cuenta de cuán peligrosa es la caja.
Mientras que la metafísica quiere hacer una caja tan grande que ya no sea posible mirarla por fuera, la ética nos arroja como resultado sea donde sea que estemos parados. La ética es un GPS. La metafísica es un panóptico.
En ese sentido, Bunge no solo se equivoca: es una rata. Y el reduccionismo es su peste. ¿Su fe (Nino 12) lo dejará verse? Como sea: a él no le interesa que lo nombren, siquiera. Él está interesado en el mundo, señores, la realidad, la caja anda con huecos y hay que taparlos con goma cuántica. Como si el futuro no fuera el pasado (Diéguez 75). Como si la verdad fuera necesaria solo en los términos que demanda su léxico autoritario. ¡Pero si la quiere ver con lupa! (Bunge 18-19).
Pero (ahora contra mí, basta ya de tanto yo): ¿y si el simulacro se nos escapa como un globo?, ¿si estamos cambiando, no ya la perspectiva, sino el material de la caja, y ahora se nos va para arriba? Me da un miedo y el miedo es ético, me tranquiliza. Finalmente… Mirar la historia es modestia, sana, desde luego (Ricouer 9), pero la historia es lo primero que se nos desparrama. De todas las cajas, la más paradójica de todas: se cierra sobre sí misma en cada detalle y nos promete el origen y el futuro, ni más. ¿Será esto que entre líneas intentamos una especie de pornografía? (Baudrillard 39). Hay dos cosas, sin embargo, que yo puedo asegurar. Después de ellas, tiemblo. Una: se puede hablar enseñando (Gadamer 22). Dos: hay un piso sobre el que se camina, aunque uno se crea ángel (Marcuse 80).
¡Collage, citas locas con las citas: a ver cómo hacemos!
¡Orden!: ¿acaso es que el mapa crea el mundo?, ¿lo hemos siquiera sugerido? Pues resulta que en algunos niveles sí. Hablemos, con Bunge, mejor, de leopardos (falta la cita). O escuchemos a estos señores, tan seguros de su presente como sus corbatas a sus cuellos (ver video). Después de todo, lectores son de la realidad. Ni más. Que se puede leer, oh, como esto o sus raíces o las raíces de estas raíces o… Nos cuesta, pero así es: el lector (de grafías o ecuaciones) se sienta frente a un escenario vastísimo donde, sí, todo danza. Aplausos.
PD. No hemos dicho nada del sustrato de todo esto: pendiente el conexionismo cognitivo: esto es más o menos una sarta de neuronas, quiero decir, quiero creer.