"Eres invulnerable. ¿No te han dado/ los números que rigen tu destino/ certidumbre de polvo?". J. L. Borges

miércoles, 22 de diciembre de 2010

29

Gombrich, Ernst. Breve historia de la cultura. Barcelona: Península, 2007 [1969], pp. 208.

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Canon de reacciones y el lado de la tradición:

"Pues esa es, creo yo, la función que desempeña el canon de cualquier cultura. Ofrece puntos de referencia, criterios de excelencia, que no podemos nivelar sin perder la orientación. Cuáles sean las cimas particulares o los logros individuales que seleccionemos´puede depender de nuestra elección particular, pero no podríamos hacer dicha elección si, en lugar de esas cimas, solo exitieran dunas en movimiento.

En la actualidad hay profesores que sienten la necesidad de convencer a sus estudiantes de la realidad de dichas cimas; quieren que aprendan a medir esas alturas y a emitir "juicios de valor" dignos de confianza. No pretendo oponerme a la discusión de los valores, pero creo que, en última instancia, los valores del canon están enraizados de forma demasiado profunda en la totalidad de nuestra civilización como para que se los pueda discutir aisladamente. La civilización . . . se puede transmitir; no se puede enseñar en cursos que acaben en un examen . . . Bernard Shaw observó en algún lugar que no había lído nunca La doncella de Orleans, pero que el tono de voz con que la gente hablaba de Schiller le hacía estar seguro de que le aburriría . . . Formarse en una cultura es oír a la gente hablar de comidas que no hemos probado, de maravillas naturales que nunca hemos visitado, de gozos que todavía no hemos experimentado, y de encuentros que tenemos que eludir . . . Puede que el canon de los lugares bellos nos decepciones . . . Pero, en ese caso, sería imprudente sacar precipitadamente la conclsuión de que todos nuestros compañeros turistas entusiastas se han dejado lavar el cerebro por agentes de viajes astutos. Hemos de tener una actitud crítica también para con nuestras propias reacciones . . . De hecho, podemos considerar que . . . no somos tanto nosotros quienes ponemos a prueba la obra de arte, cuanto la obra de arte quien nos pone a prueba a nosotros"(144).

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Los estudiantes:

"Desde mi época de estudiante siempre he abrigado la esperanza de mostrar que el estudio del arte puede realizarse de modo racional y no deseo desdecirme. Pues estoy convencido de que es racional que los seres humanos reconozcan los valores humanos y hablen de ellos en términos humanos. Sean cuales sean los orígenes auténticos del término 'humanidades', puede servirnos para recordar que, cuando intentamos examinar a las personas como si fueran insectos u ordenadores, lo único que hacemos es empobrecernos nosotros mismos. Y, sin embargo, eso es lo que nos vemos obligados a hacer si renunciamos al único criterio que tenemos, el criterio de nuestra civilización ratificado por nuestra propia experiencia [¿y cuándo la experiencia civilizatoria es caótica, interrumpida, fragmentaria, contradictoria, simultánea, multivocal, un pastiche, una ironía]"(146).

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El loco:

"Quizá su única esperanza sería hacerse el loco y privar así sus acciones de significado social, pero la necesidad de adoptar una conducta tan desesperada no hace sino subrayar el poder de la situación, de la que no hya posibilidad de escapar"(171).

martes, 14 de diciembre de 2010

28

Scruton, Roger. Usos del pesimismo: el peligro de la falsa esperanza. Barcelona: Ariel, 2010, pp. 224.

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A propósito, una pregunta y una coda:

". . . estas reflexiones son rechazadas por los abogados de la poshumanidad futura . . . ha[n] predicho la emergencia dentro de cuarenta años de una 'singularidad', un punto en que la tecnología habrá ido tan lejos que sobrepasará la naturaleza humana. las especies 'transhumanas' resultantes serán el producto de sus propias decisiones, y disfrutarán de poderes que los simples humanos no han conocido jamás . . . En esa época feliz la gente será indistinguible de la información contenida en sus cerebros, que podría ser inmortalizada en algún benigno ordenador central, para ser descargada en un cyborg cualquiera para darle otro aspecto"(17).

[¿Cómo será la filosofía practicada por los seres que se acercan a su fin, no a su fin material, sino al del mundo tal como lo conocen, al fin de su finitud, una filosofía de seres hiperacionales, fríos, eternos, con infinita capacidad de cálculo, conocedores de todas las lenguas y de todas las tradiciones, permanentes en su genialidad ilimitada, sin posibilidad de ir más allá de sí mismos, sin historicidad, sin un lugar para el futuro en nuestro pensamiento o sin un lugar para nosotros en el futuro?] [El autor de este libro no será Kant, pero, tal como lo veo, ya no es necesario un kant abstracto, sino una cuadrilla de scrutons enfrentando las problemáticas del pensamiento que se multiplican por todos lados, pequeñas batallas que se generan como excrecencias del choque entre el pensar y el poder en centeneraes de comunidades y hasta hogares, y ya no la pureza de un pensar de academia, de claustro, de un alemán que nunca salió de su provincia y quiso meter el cosmos en una libreta... Porque esas pequeñas batallas sí nos tocan, los impertivos categóricos no, en esas batallas sí podemos participar, de las otras nos llegan ecos oscuros que nos marean como el olor de una cocina hecha con productos que solo podríamos pagar con la vida]

27

Livraghi, Giancarlo. El poder de la estupidez. Barcelona: Crítica, 2010, pp. 240.

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Hey, tú, irrelevante

"Aunque no es una enfermedad, la estupidez se difunde como un virus; más en general, se multiplica al igual que cualquier ser vivo. Sin embargo, en un entorno biológico básico, el 'problema de la estupidez' no existe. El proceso se basa en la producción de una cantidad extremadamente numerosa de mutantes 'necios'. Solo muy pocos -los 'más aptos'- sobreviven, eso es todo. Desde este punto de vista, lo que vemos como una catástriofe, no es sino otra variación dentro del curso 'natural' de los acontecimientos. Los botánicos consideran que los fuegos destructivos ocasionales son un paso necesario, deseable incluso, de la evolución de un bosque. Es de creer que los millones de seres vivos que mueren en el proceso no estarán de acuerdo con la idea, pero su opinión resulta irrelevante"(21).

miércoles, 8 de diciembre de 2010

26

Dupuy, Jean-Pierre. El pánico. Barcelona: Gedisa, 1999 [1991], pp. 124.
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Y si...
"La Escuela norteamericana ha acumulado interesantes observaciones sobre los mecanismos de desencadenamiento y propagación del pánico. Uno de los factores desencadenantes es el sentimiento que experimenta el individuo, no de haber caído en la trampa, sino de que podría llegar a caer en ella"(49).
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En el fondo, lo deseas
" . . . el pánico tiene tantas más posibilidades de desencadenarse en la medida en que la situación en la que nos encontremos sea culturalmente comocida como propicia a situaciones de pánico . . . Esta creencia suministra un marco interpretativo preestablecido en relación con el cual vamos a dar sentido al comportamiento de los demás: cada cual huye para escapar del pánico, los demás interpretan esa huida como el comienzo del pánico, y cunde el pánico. Así pues, el pánico es lo que en sociología se llama una representación social autocumplida"(50).
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Anverso y reverso
"El autor tiene razón al destacar que no hay diferencias estructurales entre semejante avalancha mortal y la norma de competencia que rige el contexto en cuestión. Se equivoca, evidentemente, al sostener que no hay diferencia ninguna: no es cierto que todos los conciertos de rock tengan un costo tan elevado . . . Hay una hipótesis que se le escapa . . . consiste en que se pasa, sin solución de continuidad, de la situación de competencia normal y por tanto reglada, al pánico, de modo semejante, si se quiere, a una transición de fase en el punto crítico. El pánico, descomposición del orden, nace del orden mismo, porque, en cierto modo, ya está en él. Es un mal que hay en su interior"(54-55).
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Corro y vendo
". . . querría demostrar que entre el mercado y la masa no hay solución de continuidad alguna. El tipo de demostración que propongo responde exclusivamente a una experimentación con conceptos. Se trata de volver a dar sentido y coherencia a lo que se presenta como contradictorio.
Entre la masa y el mercado aparece un mediador: el pánico. Ya se ha visto que los investigadores de campo no hacen distinciones entre la masa y el pánico . . . Sin embargo, veremos que la relación entre masa y orden no escapa a la paradoja. Lo mismo ocurre en la relación entre mercado y pánico. La experiencia demuestra que ciertos mercados tienden a degenerar en pánico, pero la teoría económica ortodoxa parace incapaz de explicar ese paso"(60).

25

Heidegger, Martin. Carta sobre el humanismo. Madrid: Alianza Editorial, 2000 [1976], pp. 93.

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Fuera del cascarón

"Cuando el pensar se encamina a su fin por haberse alejado de su elemento, reemplaza esa pérdida procurándose una validez en calidad de técnica, esto es, en cuanto instrumento de formación y por ende como asunto de escuela y posteriormente, empresa cultural. Paulatinamente, la filosofía se convierte en una técnica de explicación a partir de las causas supremas. Ya no se piensa, sino que uno se ocupa con la 'filosofía'. En mutua confrontación, esas ocupaciones se presentan después públicamente como una serie de... ismos e intentan superarse entre sí"(17).

jueves, 2 de diciembre de 2010

24

Fontanille, Jacques. Semiótica y Literatura. Lima: Editorial San Marcos, 2008, pp. 313.


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Un vistazo al movimiento instantáneo:




"La aproximación fenomenológica al texto literario parece romper con los acercamientos formales, y a veces incluso parece que da libre curso a las impresiones del lector, sobre todo porque utiliza conceptos fluentes. Un concepto fluente tiene la particularidad de no basarse en dicotomías y de no conducir a distinciones estructurales y formales. Al contrario, se esfuerza por enlazarse con la experiencia subyacente a la escritura, y en la medida en que dicha experiencia se expresa por medio de un discurso, tiene que ser captado en su devenir, en el movimiento mismo (el flujo) que lo lleva a tomar forma en un discurso.



Las páginas que Merleau-Ponty consagra a Proust parecen ejemplares de tal acercamiento, en el sentido en que se esfuerzan por hallar en el texto el “corazón de una experiencia”, una representación individual del tiempo y del espacio, cierta “presencia” en el tiempo. El narrador se despierta, pone pies en la realidad y se esfuerza por encontrar pistas y por afirmar su posición en el espacio y en el tiempo, para enunciar finalmente esa experiencia del despertar.



Por lo que concierne al proyecto general del acercamiento fenomenológico, ese sentimiento de ruptura está sin duda justificado: no se trata ya de hallar en el texto esquemas teóricos universales, ni siquiera de extraer de él formas generalizables; se trata, por el contrario, de encontrar,de una manera o de otra, la experiencia singular que está en el origen de la escritura. Semejante acercamiento se basa, en efecto, en el postulado de que el “sujeto” (la instancia de enunciación, en ese caso), es indisociable de su “objeto” (el discurso literario), y por tanto, el análisis no puede disociarlos sin asumir el riesgo de destruir la esencia misma de lo que tiene en mira." (271)