"Eres invulnerable. ¿No te han dado/ los números que rigen tu destino/ certidumbre de polvo?". J. L. Borges

lunes, 7 de enero de 2013

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Torres, Esteban et al. Desarrollo humano en la sociedad audiovisual. Madrid: Alianza editorial, 2002, pp. 324.
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"Actualidad":
"Lo más característico de este nuevo discurso es su instantaneidad en un doble aspecto. Primero, en el acceso de los canales a la información y, segundo, en su puesta a disposición para millones de personas. El resultado es la elaboración de un auténtico escaparate mundial de significados valorados como la "actualidad". Este escaparate incluye noticias políticas, sociales, relatos de ficción, modas, culto y promoción de famosos de diversa índole y toda clase de productos para ser consumidos. Este espacio público define lo adecuado y ha sido dominio de la televisión hasta ahora, cuando empieza a compartirlo con internet"(24).
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Confianza:
"No se disfruta, no se vive, sin el apoyo audiovisual. Cada espectador parece unido por un cordón umbilical a una extensa audiencia imaginaria que le da fuerza, compañía, seguridad en sus opiniones, o todo ello junto. Glasser (1988) comenta este fenómeno como una desconfianza en la capacidad personal de percibir la realidad directamente y es que, los muchos años de percepción compartida con los medios ha podido producir ese efecto de dependencia perceptiva. Los espacios informativos de televisión gozan de presunción de objetividad para muchas personas, que fundamentan sus concepciones sobre el mundo en la versión "oficial" de las cadenas de televisión, entre otras razones porque apenas consultan fuentes de información alternativas (los medios generan, además, nuevas formas de percepción y mundos nuevos)"(26-27).
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Dominio del dominio:
"Quien tiene los medios domina la opinión pública e, incluso en sociedades abiertas, la estructura de propiedad de los medios en pocas manos limita las libertades públicas y distorsiona la realidad que se ofrece en los mismos, porque los medios audiovisuales de comunicación hacen mucho más que vehiculizar la información. En muchos casos la generan, en otros muchos la reinterpretan, a veces son los mismos medios la noticia. No se trata sólo de redes de significado y de contenidos sino de contextos de producción, que son inseparables. Estos contextos son también canales de generación y distribución de valores, capaces de añadir un valor simbólico tanto a un objeto -"anunciado en televisión"- como a un líder político y multiplicar su efecto en la "opinión pública". Esto ha sido así en otros momentos históricos, pero sin la capacidad tecnológica actual"(28).
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Una pregunta en la oscuridad:
"La capacidad de presentar ante inmensos auditorios el mismo tipo de información es enorme, de ahí que la pregunta crucial sea: ¿cómo hacer para que toda esa enorme cantidad heterogénea de personas se convierta en algo uniforme que pueda entender una información dada? La cultura de masas es la respuesta, toda una especialidad de nuestro tiempo"(32).
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Cortocircuito:
"Desde posiciones progresistas se critica la cultura de masas y se actúa con desconfianza para todo lo que supone, teóricamente, una democratización del saber, basándose, para ello, en que los sistemas de producción mediática reflejan el poder de la ideología neoliberal. Desde posiciones conservadoras, con una concepción más elitista de la cultura, se defiende a ultranza la cultura "popular", eso sí, simultaneándola con sistemas privados de enseñanza muy selectivos y costosos. Para unos, una nueva versión de "pan y toros". para otros, una situación histórica de acceso masivo a fuentes de información insospechadas hace años"(36).

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